lunes, 17 de mayo de 2010

El “Estambul” de Orhan Pamuk



Nota FB de junio de 2009

Comenté en una reunión de trabajo que antes del Congreso de ALAI 2009 pasaría cuatro días por Estambul y, generosamente, me mandaron de regalo el libro “Estambul”, de Orhan Pamuk. Llegó con la recomendación de que su lectura previa era la mejor forma de prepararse para entender Estambul y que era la autobiografía – episodios – de su autor, del Premio Nobel de Literatura turco, del 2006. Traté de leerlo antes de subir al avión, pero no resultó posible. De manera que decidí fuera mi socio e interlocutor de las once horas cuarenta minutos del vuelo Montevideo – Madrid, en el que tenía previsto embarcar.

El libro es realmente una visión muy personal de Orhan Pamuk, que muestra a los distintos miembros de su familia, sus sensaciones de la infancia y de su juventud. No estaba segura de que me gustara compartir las reflexiones íntimas de alguien que - en definitiva - es un desconocido pero en el contexto de Estambul, de una cultura tan distinta a la mía a la que pensaba aproximarme en los siguientes cuatro días, me dejé conducir por los recuerdos del niño y del joven Orhan.

Relata momentos de la vida cotidiana de una familia normal, real, no ideal ni idílica. Con alejamientos de la madre, del padre con otras mujeres, de la madre y del padre juntos dejando a sus dos hijos con sus tíos y el resto de la familia; con problemas de dinero, luego que el padre y un hermano de Orhan dilapidaran con malos negocios el buen pasar que había heredado la abuela del autor cuando falleció su tan querido marido; con esa relación tan especial con la casa que vivían, con los apartamentos Pamuk. Es la visión íntima, vivida y contada por un niño, que luego crece y cambia algunas perspectivas, desde sus sentimientos y sus impresiones. Arranqué con pocas ganas de participar de todo eso. Pero la presencia de la ciudad, de Estambul, como entorno y también como determinante de todo ello, presente en todos sus detalles en la vida de esa familia, cautivó mi atención. Porque cuando se leen las detalladas descripciones de los barrios donde viven Orhan y sus parientes, cuando recuerda con frecuencia los paseos por el Bósforo, en barco o por la vera – en auto -, en las escenas cotidianas por donde transita la vida, resulta todo enlazado, amalgamado con los sentimientos y la vida del autor. Y el libro del que los tres primeros días de lectura – antes de embarcarme – apenas leía unas veinte páginas cada vez, se convirtió – otro más – en lectura de un tirón, consumida en pocas horas.

Hay algo en el libro que está latente desde las primeras páginas y que uno no se da cuenta hasta que llega al capítulo que se titula “Hüzün”. Es donde explica que dicho término quiere decir “amargura”, pero no el estado amargo del espíritu por alguna razón concreta, sino el estado melancólico que caracteriza a cierta gente, similar a la “tristesse” francesa. Y dice Pamuk que hüzün es “el peso de la amargura como estado espiritual estambulí” y que es “el sentimiento más poderoso y permanente de Estambul”, que está instalado en toda la ciudad. Se trata de la amargura melancólica que, paralelamente a la ciudad, el autor deja ver en las escenas de su vida que relata. Ahí uno se da cuenta que era eso lo especial que notaba desde el comienzo del libro ...

La escritura de Pamuk se presenta tal como es Estambul: mucho contenido, muy diversa información y descripciones de lo que vive en la ciudad, de lo que se encuentra en la ciudad, mucha cosa, una detrás de otra y una detrás de otra... Al comienzo la acumulación de imágenes, la acumulación de escenas enlentece la lectura. Luego, una vez adaptada a esa dinámica de exigencia de atención, las imágenes de la ciudad y de los episodios de la vida del autor desfilan armoniosamente por mi mente, sin necesidad de pausa, y se internan en uno como si fuera el relato de un amigo.

El señor del asiento de al lado del avión, que viene leyendo “La sociedad de la nieve”, miró la tapa de mi libro y comentó: “¿Está leyendo ese libro porque va a Estambul? Pamuk es un autor demasiado difícil de leer, yo leí “El libro negro” y me resultó complejo”. No había pensado hasta ese comentario que alguien podía categorizar así a Pamuk. Ese cierto, hay autores cuyo estilo abigarrado y denso hacen de la lectura un lento proceso en el que uno se esfuerza por “vencer” al libro y no dejarlo sin terminar. Pero no creo que sea el caso. Tal vez intente, cuando vuelva a casa, con otro libro de Pamuk y cambie de opinión. El estilo de este libro me pareció dinámico, aunque provoca demasiadas sensaciones e imágenes y si alguien pretende la lectura amena y complaciente del hilo narrador que conduce al esperado final (y qué mejor si es feliz...), no encontrará lo que busca en este libro. Así es el libro, así es Pamuk, así es Estmabul...

¿Qué cómo es Estambul? Estará en las fotos que cuelgue y en alguna que otra Nota más que vaya a agregando estos días. Para mí es ya inseparable de Orhan Pamuk y de lo que me dejó la lectura de este libro. Que tal como pasó conmigo, lo recomiendo: para todo momento pero muy particularmente si piensan pasar por Estambul.

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